Unidades de convivencia en residencias

Desde hace unos años, el modelo de convivencia y de gestión de los Centros residenciales ha empezado a cambiar, rompiendo con el antiguo modelo institucional, y buscando uno más cercano y significativo para los usuarios. 

En esta búsqueda del nuevo modelo que se ajuste a las necesidades y deseos de los residentes, se pueden encontrar diferentes opciones, como el ”Modelo de Atención Centrada en la persona” y el “Modelo Housing”. Ambos modelos comparten la misma filosofía, buscar el trato digno y la defensa de los derechos de las personas mayores.

Modelo de atención centrado en la persona 

La Atención Centrada en la Persona reconoce a la persona mayor como alguien valioso, con independencia de su estado y situación, como alguien único, con capacidades y con derecho a gestionar y decidir sobre su propia vida.

Defiende que cada persona pueda seguir manteniendo el máximo nivel de independencia, autonomía y bienestar emocional posible, adaptando los servicios a lo que las personas quieren y consideran importante en su vida.

Esta visión ética obliga a una práctica profesional flexible (alejada de la rigidez), respetuosa con cada persona y a asegurar la personalización de la atención.     

Los Centros Albertia intentan adaptarse a esta nueva concepción de centros residenciales, buscando, en la medida de lo posible satisfacer los deseos de sus usuarios, buscando la manera de que los centros sean lo más parecido a un hogar para ellos, en el que puedan desempeñar todos sus roles como si de su propio domicilio se tratara. En estos modelos cobra una gran importancia el concepto de unidades de convivencia en residencias. 

¿Qué son las unidades de convivencia?

Las unidades de convivencia son espacios en los que conviven un grupo reducido de personas mayores en situación de dependencia. En estos espacios hogareños, se les proporciona los apoyos necesarios para el desarrollo de su día a día.

Surgen en los países nórdicos y de ahí se han extendido a algunos de los países más avanzados de la Unión Europea, donde las residencias tradicionales son ya inexistentes, como Holanda, Alemania o Reino Unido. 

Su objetivo principal es que la atención tenga lugar en alojamientos que además de proporcionar los cuidados que las personas mayores precisan, se asemejen lo máximo posible a un hogar. La idea no es otra que vivir fuera de casa, pero “como en casa”.

Unidades de convivencia en residencias

Mediante este concepto, trata de distanciarse del modelo tradicional, en que los usuarios se encontraban con unos horarios rígidos a los que adaptarse, unas normas y protocolos que estandarizan la atención. Una clara falta de privacidad (al estar obligados en la mayoría de casos a compartir habitación con otros usuarios, desconocidos hasta ese momento), a pasar los días en unos espacios compartidos por todos (independientemente de sus capacidades, gustos o preferencias).

A llevar una vida dentro de las 4 paredes del centro, alejada en muchas ocasiones de la comunidad, a realizar actividades escasamente significativas que normalmente no han sido elegidas por ellos y en la que los demás toman las decisiones en su lugar.

Así pues, a diferencia del tradicional, el modelo hogareño está concebido para grupos mucho más reducidos, de entre 6 y 15 personas de características similares, que compartan gustos y preferencias, donde los espacios comunes sean elegidos en base a los deseos de los propios usuarios.

Cómo creamos una atención centrada en cada persona 

En ellos, los espacios y su distribución son una pieza fundamental, por lo que es muy importante diseñar una política de diseño del espacio, en la cual, sean los propios usuarios los que decidan cómo será el espacio en el que van a vivir en las unidades de convivencia en las residencias. 

Para tratar de evitar crear ambientes institucionalizados y tradicionales, se intenta:

  • Que los pasillos estén decorados con objetos de los propios usuarios. La decoración debe ser adulta.
  • Que dicha decoración sea hogareña, con mobiliario, objetos decorativos y rincones cuidados.
  • Que las habitaciones sean individuales y personalizadas por los propios usuarios y/o por su grupo de confianza. 
  • Personalizar las entradas a las habitaciones con elementos que proporcionen identidad al usuario.
  • Dotar el centro de una iluminación cálida.
  • Preparar espacios para guardar los productos de apoyo y artículos sanitarios sin que queden a la vista. 
  • Disponer de asientos en las salas que faciliten la interacción entre los usuarios/familias/profesionales. 
  • Existencia de plantas y flores cuidadas. 
  • Proporcionar la opción de poder convivir y relacionarse con pequeñas mascotas.
  • Nivel de ruido controlado (voces, megafonía, ruidos de golpes, etc.) transmitiendo un ambiente tranquilo.
  • Atención al sentido del olfato, evitando los malos olores y estimulando los agradables y “caseros” (a repostería, a café, a ropa lavada, a flores…).
  • Ropa de trabajo “normalizada” para los Profesionales, abandonando los uniformes de tipo hospitalario/sanitario. 
  • Eliminación de los puestos de vigilancia o control tipo hospitalario. 
  • Dotar de un acceso a una zona exterior o jardín segura y agradable. Que permita a las personas salir a tomar el aire, a pasear o a relacionarse con otras personas.

Lo mismo ocurre con la elección y diseño de actividades. En un intento de romper con el modelo institucionalizado y tradicional.  Éstas pasan a tener una gran importancia el hecho de que las mismas, sean actividades cotidianas y significativas para el usuario que las realiza, de hecho, sustentan el día a día de estas unidades de convivencia en residencias. 

La planificación del día a día no se vincula a horarios estrictos y al cumplimiento de cargas asistenciales programadas, concediendo tiempo y espacio a la actividad espontánea. Aprovechando oportunidades que van surgiendo en la vida normal por los usuarios y los profesionales. Las unidades de convivencia, por tanto, tienen un sistema de funcionamiento bastante independiente.

Se parte de que lo cotidiano y, concretamente, las actividades que forman parte del día a día, son potencialmente espacios y momentos terapéuticos, pensados, sobre todo, para generar bienestar (poner la mesa, regar, elaborar un bizcocho…)

Del mismo modo, la participación de familiares y voluntarios en el día a día es algo también muy importante. Fomentando y apoyando su presencia en la vida cotidiana de cada unidad.

Por último, pero no menos importante, es necesario hacer un cambio de mentalidad en lo que a los trabajadores se refiere, estableciendo nuevos retos profesionales.

Nuevos retos profesionales que surgen aplicando las unidades de convivencia 

  • El rol del Profesional debe ser un rol flexible, alejado del hermetismo y de las propias funciones profesionales.
  • El cuidado continuado es ofrecido por Auxiliares de Referencia. 
  • El personal sanitario suele estar disponible de forma estable para varias unidades.
  • Los cuidadores de cada unidad de convivencia son estables. Se tiende hacía la No rotación, para facilitar que los usuarios conozcan mejor a los profesionales y viceversa.
  • Los cuidadores están abiertos a nuevos roles y funciones. Además, deben contar con una formación importante en Atención Centrada en la Persona.
  • Además de ofrecer cuidados personales y apoyo en ABVD, también estimulan y dan apoyo a las personas para que puedan seguir realizando un conjunto variado de actividades de la vida cotidiana. Por ejemplo preparar alguna comida, ordenar la casa, lavar y cuidado de alguna ropa, lavado de algunos artículos, etc… 
  • Favorecer los nuevos roles profesionales con capacidad de escucha, habilidades para la búsqueda de oportunidades, creatividad, imaginación…
  • Otros profesionales (animadores, terapeutas ocupacionales, fisioterapeutas, psicólogos, trabajadores sociales…) no están adscritos de una forma fija a cada unidad. Pueden dar soporte a las distintas unidades, y trabajar de forma conjunta abiertos a la comunidad.

Bibliografía:

Martínez, T. (2022). Las Unidades de Convivencia Modelo Hogareño, una alternativa a las residencias de personas mayores institucionales. Serie Documento Acpgerontologia, nº 8. Disponible en www.acpgerontologia.com

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