Desde hace varios años, los mayores de las residencias del grupo Albertia zona centro, participan en el Taller de Magia, que fomenta el mantenimiento de sus capacidades. Agustín Leal es el mago encargado de su desarrollo.
Agustín Leal lleva toda la vida dedicado al ilusionismo. Desde hace varios años, es profesor del Taller de Magia de la residencia de mayores Albertia Moratalaz. Además, en los últimos meses ha comenzado a impartir clases en otras residencias de mayores del grupo. En esta ocasión, le entrevistamos para conocer de primera mano su visión sobre estos talleres.
Buenos días Agustín. Es un placer entrevistarte, tras tantos años dedicado a los mayores de nuestras residencias. Lo primero que quería saber es ¿de dónde te viene la afición por la magia?
La magia empecé a hacerla desde muy niño. No es un tema del que tuviera influencia en la familia. Algún tío mío hacía un par de trucos, pero poco más. De niño, tuve mi caja de Magia Borrás, como todo el mundo, y yo le saqué partido. En el libro aparecían casi 100 juegos de magia. Siempre he tenido esa inquietud de hacer aparecer y desaparecer cosas. Me inventaba juegos y con 14 años buscaba una escuela para aprender, pero no encontré ninguna.
Entonces me enteré que Juan Tamariz vivía a tres manzanas de mi casa, con todo lo grande que es Madrid. Ni corto ni perezoso, lo busqué en la guía telefónica y le llamé desde una cabina. Le dije Me llamo Agustín y quiero ser mago. Él me dijo de quedar un día en una sociedad donde se reunían. En esa reunión conocí a varios magos. En esa época era un ambiente muy cerrado, no se explicaban tanto las cosas como ahora, que todo lo puedes encontrar en internet. Y después, Tamariz me dio clases desinteresadamente en su casa de vez en cuando. Me ponía películas en Super8 para ver a magos americanos haciendo trucos y aprender de los detalles.
Con 18 años fui campeón de España de Magia en un concurso, los años siguientes otra vez… he ganado varios premios. Y es que siempre he tenido la inquietud por la magia, aun trabajando en otras actividades no relacionadas con la magia, por las noches hacía pequeñas actuaciones.
¿Por qué comenzaste a ser profesor de magia?
Eso vino muy muy tarde, hace unos 10 o 15 años. Antes se tenía la sensación de que era un mundo secreto, vivíamos del secreto de que nadie supiera los trucos. De hecho, ho haces un juramento hipocrático, pero casi. No debes contar los secretos, hay que ensayar muy bien los trucos para que nadie los descubra, no debes hacer dos veces el mismo juego a la misma persona porque se puede dar cuenta… te va la vida en no contarlo. De hecho, cuando era niño y le hacía los trucos a mi madre, me pillaba y cuando me pedía que le explicase algo le decía que no podía, pensaba que iba a ir al infierno si lo contaba. Pero como te decía, hace unos 10 años, se me planteó la posibilidad de hacer un curso en un centro cultural para niños y adolescentes. Después, también me llamó Ana Tamariz para dar clase en su escuela. Con el paso de los años, te das cuenta que te has labrado un prestigio profesional y te van llamando de un sitio y de otro.
¿Cómo llegaste a ser profesor de magia para personas mayores?
Lo que surgió un día hace unos 4 años fue la posibilidad de hacer una actuación para los mayores de Albertia en Navidad. Y pensé que eso estaba muy bien, pero que podía ser mucho más. Una actividad entretenida, sencilla y desde lo lúdico para personas con deterioro cognitivo leve. Y cuando empezamos a hacer el taller con los mayores me entusiasmó. Creo que este es el mejor trabajo que he hecho nunca. Siempre he tenido vocación de servicio y ayudar a los demás. Y poner todo mi conocimiento mágico al servicio de los mayores me ha supuesto reinventar juegos o combinar otros para hacérselo accesible.
¿Qué beneficios obtienen los mayores del taller de magia?
A nivel de autoestima para ellos es maravilloso, aprenden trucos que ni sus hijos ni sus nietos saben hacer. Después, a nivel cognitivo trabajamos el cálculo mental con un fin, que es algo más llamativo para ellos. Comunican mejor Y después, el resultado que obtienen cuando hacen los trucos de cara al público, ves que tienen ilusión. Además, cuando me voy siempre me preguntan cuándo es el siguiente día porque lo esperan ya con ganas. Traen a otros compañeros a los que le cuentan lo que hacen y socializan mucho entre ellos. Los grupos son dinámicos y van creciendo gracias a los propios participantes. Es una buena técnica para integrarse en la dinámica del centro.
¿A qué centros de Albertia acudes actualmente?
Ahora en Albertia realizo Taller de Magia en 4 residencias de la zona centro: Moratalaz, Las Palmeras, San Sebastián de los Reyes y Valle de la Oliva. En cada una, las características del grupo son diferentes.
¿Qué es lo que más te gusta de trabajar con personas mayores?
Este trabajo me ha hecho replantearme muchas cosas de la propia vida. Me gusta sacar la magia de las personas. También me he replanteado el cómo explicar las cosas, buscando cómo transmitirles las técnicas y métodos. Como decían los griegos, si quieres aprender, enseña. Enseñando me plantean los porqués y me hacen pensar ellos a mí.
¿Qué te resulta complicado del trabajo con mayores?
Para mí todo es fantástico. Se hace duro, por ejemplo, cuando te comunican un fallecimiento. Pero siempre me quedo con el recuerdo de la persona con una sonrisa en el taller. Así busco el lado positivo y me ayuda a guiar al grupo en el mismo sentido.