Como despedida del verano, el pasado 19 de septiembre visitamos el Real Jardín Botánico de Madrid con un grupo de residentes y usuarios del centro de día de Albertia Valle de la Oliva.
Aprovechando uno de los últimos días de verano, en los que ya no hace tanto calor pero tampoco ha llegado el frío por lo que la temperatura es ideal, los mayores de la residencia para mayores Majadahonda Albertia Valle de la Oliva, decidimos visitar el Real Jardín Botánico de Madrid.
Desde el Consejo de Usuarios de la Residencia ya se había propuesto esta visita, simplemente estuvimos esperando a que la climatología fuera la más favorable posible.
Este espacio está situado en pleno centro de Madrid, paralelo al Paseo del Prado, y es muy bien conocido por jóvenes y mayores. Previamente avisamos a los participantes que allí había mucho que recorrer por lo que era necesario que fueran con energía y ganas de caminar.
Desde la residencia para mayores Majadahonda Albertia Valle de la Oliva, se promueve el envejecimiento saludable.
Empezamos el recorrido por el paseo principal de los jardines, observando las especies vegetales a los lados del mismo. Encontramos la dificultad de que la adaptación para personas con movilidad reducida no es muy buena, por lo que los caminos más pequeños no eran accesibles para las personas con andadores y sillas de ruedas.
Tras recorrer todo el eje paralelo al Paseo del Prado, realizamos un descanso, especialmente importante para que nuestros residentes se hidrataran y tomaran fuerzas para continuar. Posteriormente nos acercamos hasta el Pabellón de Exposiciones y el Estanque de Linneo, donde se ve una de las estampas más clásicas de este espacio.
El tiempo se nos hizo corto y aunque nos quedaban fuerzas tuvimos que regresar para no llegar muy tarde a comer.
Las excursiones suponen una parte muy importante del ocio de los residentes. En Albertia Valle de la Oliva procuramos además que sean los propios usuarios los que planteen las salidas, con el fin de satisfacer en la mayor medida de lo posible sus gustos. El hecho de visitar además lugares significativos para ellos supone un aporte extra tanto a nivel cognitivo como emocional, valorándose muy positivamente este tipo de actividades tanto por los residentes, como por sus familiares y por el equipo técnico.
