La llegada de agosto no solo nos ha traído calor, también nos ha traído un nuevo residente. Os damos pistas: tiene cuatro patas, cola y maúlla. En la Residencia de Las Huertas hemos adoptado… ¡un gatito!
Para que todos fueran partícipes, votamos escribiendo el nombre en un papel y lo echamos en una urna. Tanto residentes como trabajadores participaron y se creó un ambiente de expectación en el que nadie sabía qué nombre saldría.
Algunos de los nombres propuestos fueron Presidente, Pepe, Bienvenido, Bombón o Mirlo, entre otros. Tras el recuento de votos, el nombre ganador fue Albert, en honor a Albertia, empresa que gestiona la residencia.
Albert tiene dos meses y tiene un pelaje completamente negro. A pesar de que algunos de los residentes son supersticiosos, ya se ha ganado el cariño y la simpatía de todos. Cuando pasea por la residencia es el centro de todas las miradas y muchos son los que le llaman para poder acariciarlo.
Tener una mascota en la residencia beneficia a los usuarios a nivel cognitivo, físico, emocional y social. Se utiliza como medio para trabajar la reminiscencia y para llevar a cabo una estimulación sensorial diferente, ya que es algo real, conocido y que además nos proporciona un vínculo afectivo.
¡Bienvenido Albert!