Entrevista a Josefa Ros, líder del proyecto PRE-BORED

Entrevista a Josefa Ros, líder del proyecto PRE-BORED que estudia el aburrimiento en residencias del Grupo Albertia

Josefa Ros se doctoró cum laude en Filosofía en 2017 con la tesis El aburrimiento como presión selectiva en Hans Blumenberg. Posteriormente, participó en el programa Postdoctoral Research Fellowships at Harvard University for Distinguished Junior Scholars para seguir explorando el tema del aburrimiento, en este caso la historia del mismo como psicopatología.

Una vez terminado el programa fundó International Society of Boredom Studies, de la que es presidenta y, actualmente, es la primera asociación del mundo para el estudio del aburrimiento.

Actualmente, Ros estudia Psicogerontología y Geriatría y lidera el Proyecto PRE-BORED, en el que analiza el aburrimiento de las personas mayores que se encuentran en las residencias. En esta ocasión, el estudio se realizó en la residencia y Centro de día Las Vegas.

El equipo profesional del centro le realizó una entrevista a Josefa Ros para conocer más a fondo sobre el aburrimiento en las personas mayores.

(Entrevistador) -Estudiaste filosofía ¿Cómo se llega de estudiar filosofía a estudiar el aburrimiento en las personas mayores? ¿Te interesaba ya el tema cuando empezaste la carrera o qué te influyó para ello?

(Josefa Ros) -Estudié filosofía, sí, pero siempre fui una filósofa atípica: me interesaban más los problemas visibles de las personas y el trabajo de campo que indagar en los misterios de la metafísica y sentarme en la biblioteca a leer a Platón. Sin embargo, de no ser por la filosofía, nunca hubiese reparado en la problemática del aburrimiento en las personas mayores. Del estudio del aburrimiento se ha encargado durante siglos esta disciplina, junto con otras como la teología, la sociología o la antropología. Yo llegué hasta el aburrimiento a través de los textos de un filósofo alemán que se llama Hans Blumenberg. Los filósofos, además, tenemos una capacidad especial para ver problemas donde los demás no los ven, desde fuera. Observamos la realidad a vista de pájaro y nos percatamos de fenómenos que aquellos que están sumergidos en su cotidianeidad no perciben. Digamos que se dio todo de forma muy natural. Yo me empezaba a interesar por la cuestión del aburrimiento al final de la carrera y, al mismo tiempo, resultó que mis abuelos se mudaron a una residencia a la que iba todos los fines de semana a visitarlos. Mi abuela se quejaba constantemente del aburrimiento que padecía en este lugar. Especialmente, hacía mucho hincapié en que se pasaba las horas sin hacer nada y que las pocas actividades que organizaba la residencia eran para niños. Se sentía no solo aburrida, sino inútil por no poder tomar sus propias decisiones. Era un sentimiento compartido por muchos de los que vivían allí. En esos días tomé la decisión de especializarme en el estudio del aburrimiento desde una perspectiva multidisciplinar para poder aplicar mi conocimiento a la mejora de las condiciones de vida de los mayores que viven institucionalizados.

(E) -¿Cómo se estudia el aburrimiento? ¿Es realmente medible o es algo relativo? ¿Cuáles son los objetivos de tu estudio?

(JR) -Lo que he hecho en todos estos años ha sido empaparme de la literatura científica existente en torno al fenómeno del aburrimiento desde que se empezó a dejar constancia sobre su padecimiento por escrito, comenzando por la Antigüedad y llegando hasta los más recientes trabajos que se elaboran desde las ciencias de la salud mental. Siempre he puesto la atención en aquellos que dan cuenta del aburrimiento en su vertiente más dañina, cuando se experimenta de forma crónica, por razón del individuo, o cronificada, por motivo del contexto que favorece su permanencia en el tiempo. La propensión individual al aburrimiento puede medirse haciendo uso de escalas como la Boredom Proneness Scale, mientras que la forma en la que se vive el aburrimiento en dependencia del contexto se puede cuantificar mediante otras como la Multidimensional State Boredom Scale o la Free Time Boredom Scale. Yo utilizo estas tres en mis entrevistas a personas mayores para conocer cómo experimentan el aburrimiento desde una perspectiva personal, y cómo influencia el contexto, la residencia, en su percepción del aburrimiento. Además, también mantengo una conversación orientada a través de preguntas para que puedan expresar en detalle los motivos por los que se aburren estando institucionalizados. Cada persona y cada residencia es un mundo: algunos entrevistados muestran haber sido propensos al aburrimiento a lo largo de toda su vida, mientras que otros dejan constancia de que es el entorno en el que ahora se encuentran lo que les provoca aburrimiento de forma continua. ¡Otros no se aburren nunca! El objetivo de mi estudio es que puedan manifestar su experiencia con el aburrimiento en el centro en el que viven para que sus responsables estén en condiciones de prestar atención a los casos más preocupantes y buscar soluciones personalizadas para aquellos que se aburren demasiado. Un poco de aburrimiento es natural y hasta beneficioso. Aburrirse todos los días despoja la vida de sentido.

(E) -El aburrimiento en las personas mayores, ¿tiene características distintas a las de otros grupos de edad? ¿Es mayor o menor?

(JR) -El aburrimiento es para todas las personas, de cualquier grupo etario, una sensación de malestar que se produce cuando apreciamos falta de significado en el entorno en el que estamos inmersos o en las actividades con las que estamos tratando de comprometernos. Así, nos aburrimos cuando no hacemos nada, cuando en realidad nos gustaría estar haciendo algo (aunque a veces no sepamos qué) y cuando hacemos algo que no queremos hacer, cuando lo que desearíamos es estar sin hacer nada por elección propia o haciendo algo que nos resulte significativo. Cuando esto sucede, normalmente las personas desarrollamos una estrategia de huida frente a aquello que nos está causando aburrimiento y la tratamos de poner en práctica. Hasta aquí todo perfecto. Podemos hasta afirmar que el aburrimiento es positivo, porque es una señal que nos indica que hay que pasar a lo siguiente. Eso aplica a personas de toda edad. Sin embargo, el aburrimiento se vuelve disfuncional en los casos en los que las personas son incapaces de desarrollar esa estrategia de huida, porque su propensión al aburrimiento es muy alta y se aburren en toda circunstancia, o cuando, incluso llegando a plantearse qué les gustaría hacer para romper con la fuente de aburrición, no pueden materializarla porque el contexto se lo impide. El aburrimiento que experimenta una persona mayor se da en los mismos parámetros que el de un adolescente. No obstante, las personas mayores a veces se enfrentan ciertos hándicaps que acrecientan las posibilidades de padecer aburrimiento cronificado. Algunos les vienen de serie, como son las limitaciones de movilidad que les impiden escapar del aburrimiento de la forma en la que les gustaría. Otros les son impuestos desde fuera, como suele suceder en el caso del aburrimiento que se sufre en las residencias. Muchos mayores saben qué les gustaría hacer para no aburrirse en los centros, pero necesitan ayuda por parte de quienes les apoyan en ellos para poder llevar a la práctica sus ideas. A esto se suma que los mayores han vivido vidas largas y saben mejor que los jóvenes qué les gusta y qué no, qué les hace pasar el tiempo con significado y qué les provoca la sensación de estar desperdiciándolo. Son, por tanto, más exigentes.

(E) -Tu estudio se centra en las personas mayores institucionalizadas, ¿por qué? ¿Te ha sido sencillo acceder a los centros para realizar el estudio o has encontrado barreras para ello?

(JR) -Me centro en los mayores que viven institucionalizados porque en ellos se da el caso de la experiencia del aburrimiento situacional cronificado, aquel que permanece en el tiempo, pero no porque se trate de personas con una alta propensión al aburrimiento, sino porque el entorno es a veces tan constrictivo y limitante que no favorece la puesta en práctica de sus estrategias de huida frente a lo que les aburre. Me interesa profundizar en esta problemática y ayudar a mejorar estos entornos para que el aburrimiento no se convierta en un problema. Al principio, cuando creé este proyecto, estaba convencida de que me iba a encontrar con mucha reticencia por parte de las residencias a participar. Pensaba que nadie me iba a abrir las puertas para entrevistar a los mayores por miedo a que sacase a la luz los “trapos sucios”. Pero está sucediendo todo lo contrario. Todavía no he tenido que dirigirme ni a una sola residencia para pedirle que participe en el proyecto: están siendo los propios centros los que me contactan a mí para expresarme su voluntad de tomar partido para mejorar la calidad de vida de los mayores que viven en ellos. En realidad, mis miedos no tenían mucho sentido. El estudio está avalado por un comité de ética de la Universidad Complutense de Madrid que certifica que todo el proceso se lleva a cabo bajo un escrupuloso sistema de anonimización de los datos tanto de los entrevistados como de los propios centros. Además, no me dedico a poner una pegatina en la puerta de la residencia que diga “no viva aquí, peligro de aburrimiento mortal”. Al final, las residencias que se involucran en el estudio aprecian la oportunidad de que alguien externo elabore un informe, de manera completamente gratuita, a partir del cual tener una hoja de ruta clara para erradicar el aburrimiento. ¡Todos salimos ganando, porque todos queremos que los mayores estén felices!

(E) -Sabemos, porque lo has hecho en nuestro centro, que para el estudio estás realizando entrevistas a residentes y profesionales, ¿pero eso es todo o hay mucho más que hacer en el estudio? ¿El qué? ¿Cuánto tiempo te llevará?

(JR) -Las entrevistas son el primer paso. Después trabajo en el análisis de toda la información recabada para elaborar ese informe personalizado y pormenorizado que ayuda a cada centro a identificar cuáles son sus principales problemas en relación con el aburrimiento, quiénes son los residentes que se encuentran en situación de riesgo y cuáles son las soluciones que ellos mismos han sugerido para poner fin al malestar. En el informe no solo se detallan las cuestiones relativas al aburrimiento. El proyecto dentro del cual se llevan a cabo las entrevistas se llama “Bienestar y prevención del aburrimiento en las residencias de mayores españolas”. Por lo tanto, recojo cualquier tipo de demanda que haya salido a la palestra durante las entrevistas para transmitírsela a la dirección. Una vez entregado el informe, es la propia residencia la que debe decidir qué hacer con él. A partir de ese momento, yo me pongo a disposición de los equipos de cuidado para asesorarles y apoyarles en cuantos pasos decidan dar para cumplir con los designios de los mayores, siguiendo las sugerencias que he compartido en el informe inicial. Este proyecto dio comienzo gracias a la financiación recibida por parte del programa Horizonte 2020 de la Unión Europea, bajo un contrato Marie Sklodowska-Curie Actions. Está en activo desde finales de 2021 y durará hasta que termine 2024. Entonces, buscaré la forma de conseguir nueva financiación para dar continuidad al estudio y publicaré los resultados preliminares del estudio. A medio plazo, me gustaría estar en condiciones de desarrollar un protocolo de prevención del aburrimiento para que este no llegue siquiera a entrar por la puerta de las residencias. Para ello, antes de que termine esta primera etapa del proyecto, organizaré unas jornadas con todas las entidades que han colaborado en el mismo, incluyendo a directivos, trabajadores, familiares, mayores y otros agentes sociales y políticos para que, quienes lo deseen, compartan sus informes, dibujemos el estado de la cuestión y propongamos soluciones universales que vayan más allá de las condiciones particulares de cada centro. Este es el principio, pero la lucha contra el aburrimiento residencial nos va a llevar años de trabajo a los que yo estoy encantada de consagrar mi vida. ¡Por algo he abierto yo esta línea de investigación!

(E) -¿Crees que el estudio será útil? ¿Para quién y por qué?

(JR) -Estoy completamente segura de que el estudio va a ser beneficioso para todas las partes. Los residentes se sienten escuchados y, si sus demandas son tomadas en serio por parte de los centros, van a lograr una mayor calidad de vida. Los centros, a su vez, consiguen conocer mejor cuáles son las impresiones de los mayores sobre sus dinámicas y obtienen una imagen clara de cómo mejorar de acuerdo con sus deseos. Mayores felices hacen más fácil el trabajo de los gerocultores y aportan tranquilidad a los familiares. En general, mejores residencias evitan que la población tenga esa idea de que son lugares a los que ir a morir. El estudio va a hacer una gran contribución al cambio de cultura que se está tratando de implementar en el sector geroasistencial, complementando otras importantes iniciativas que se desarrollan en el marco de la prevención de la soledad o el fomento del envejecimiento activo y saludable. No me cabe la menor duda; de lo contrario, no me habría embarcado en esta aventura que, a veces, es dura hasta límites que me cuesta explicar con palabras.

(E) -Aunque aún no hayas completado el estudio, ¿tienes ya alguna idea o conclusión preliminar que puedas avanzarnos?

(JR) -Es pronto para lanzarse a sacar conclusiones. Por el momento, estoy confirmando la hipótesis inicial a partir de la que senté las bases del proyecto PRE-BORED: que algunas personas mayores se aburren en las residencias hasta el punto de sentir que no merece la pena seguir viviendo. No puedo pronunciarme acerca del alcance del problema, porque hasta ahora solo he trabajado con media docena de residencias. De entre todos los mayores entrevistados, al menos la mitad se encuentran en situación de riesgo por culpa del aburrimiento. Otra cuestión tiene que ver con el aburrimiento que perciben los trabajadores. A ellos también les entrevisto y, aunque no refieren que su trabajo sea en sí mismo aburrido, confirman que la vida residencial es aburrida y manifiestan ser conocedores del problema. Mi impresión preliminar es que necesitamos mejores herramientas de comunicación interna para que los mayores puedan expresar sus demandas en este sentido a los compañeros de cuidado y a la dirección, sin miedo a sufrir represalias. Ellos lamentan que no se les haga partícipes de las decisiones que conciernen a su vida cotidiana en la residencia y que, a menudo, son la fuente de la que emana su aburrimiento.

Para conocer más sobre el estudio visite este enlace

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