Las personas mayores de la residencia Las Huertas, de la localidad de Barbastro, disfrutaron de la celebración de San Valentín con adornos y dulces.
Todas las personas en algún momento de nuestras vidas hemos tenido un San Valentín. La edad es lo de menos. Sentirse querido es una necesidad y la mayoría de las personas en algún momentos de sus vidas han sentido esas palpitaciones, ese ahogo y felicidad a la vez, compartiendo con la otra persona sentimientos comunes y emociones compartidas.
Este día tan querido y mostrado tantas veces a esa persona especial que hizo a algunos formar familias y que perdura en la mente y en el tiempo de muchas personas, se hizo presente el viernes 14 de Febrero en la Residencia de mayores Las Huertas, gestionada por grupo Albertia.
Los residentes esperaban ansiosos la sorpresa que se tenía preparada para la tarde. Las señoras habían realizado unas pajaritas de vivos colores para los caballeros. Ellos, a su vez, sin que ellas lo supieran, habían realizado unos claveles que más tarde fueron colocados en el cabello de las damas.
Todo comenzó, deseando un buen día de San Valentín y entregando los detalles. Así, se fue llenando de ilusión el Salón Social, donde se desarrolló la fiesta. Se vivía un ambiente cargado de emociones felices y a la vez nostálgicas. Sonrisas y dulces miradas iban apareciendo en los rostros de los asistentes.
No podía faltar una merienda dulce especial: Profiteroles de nata y un exquisito chocolate. Esto hizo las delicias del paladar de todos. «¿Se puede repetir?» fue la frase más común al ir repartiendo la merienda. «¡¡Qué bueno que está!!» también se escuchaba en la sala.
Esta merienda era el fruto del trabajo de los compañeros de cocina, personal que suele quedar en segundo plano en las fiestas, pero que sin ellas sería imposible disfrutar de estos momentos.
Las familias que llenaban el Salón Social de la residencia de Barbastro disfrutaban de la felicidad de sus seres queridos, con esa emoción que se siente, cuando la unión de las almas se ha completado.
