Desde la residencia para mayores Las Huertas, José María realiza su reflexión sobre el año 2020.
Hemos vivido este año, que no deberíamos recordar, seguramente como el peor de nuestras vidas. Lo empezamos como un año más. Esperábamos disfrutar de nuestra familia, más unida si esto fuera posible. Teníamos a nuestro biznieto que nos alegraba la vida cuando teníamos la suerte de disfrutar de él. Yo, el abuelo cumplía 90 años, que cumplí en compañía de toda la familia. Día feliz para todos.
Pero llego el 13 de marzo de un año bisiesto (no soy supersticioso), y cambiaron nuestra vidas, a alguien se le escapo un virus, COVID-19, que cambió la marcha del mundo y a partir de entonces solo nos quedaron confinamiento, cuarentenas, separación de familias, mascarillas, alejamiento, nada de fiestas, los nietos no podrían estar con los abuelos ni los hijos con sus padres. en fin, un año para no recordar.
Al principio decía que era un año para olvidar, pero ahora después de pensar en el recorrido de este año, creo que esto va a ser imposible, no podremos olvidar.
Un año que nos ha robado tantas cosas: el “te quiero, abuelo” de nuestros nietos, el calor de nuestra familia, las tardes que veníais a pasar con nosotros. Nos ha robado las comidas y citas familiares. Nos ha robado los buenos días de nuestros vecinos, las “charradetas” con nuestros amigos. En fin, nos ha robado lo mejor de un tiempo que para nosotros ya escasea.
Pero podemos dar gracias porque estamos todos y algún día, espero que más pronto que tarde, podremos repetir nuestros encuentros.