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Dentro de las Terapias No Farmacológicas que se desarrollan en la residencia Albertia Mirasierra, se encuentra la reeducación de las Actividades de la Vida Diaria (AVDs), realizada diariamente de forma individualizada desde el área de Terapia Ocupacional.

El ser humano es un ser activo por naturaleza que ocupa su tiempo en actividades encaminadas a responder sus necesidades y deseos. La Terapia Ocupacional basa su intervención en la vinculación de la salud y la ocupación, ya que la pérdida de salud disminuye la capacidad para comprometerse en la actividad.

Las Actividades de la Vida Diaria (AVDs) se dividen en tres tipos: Básicas, Instrumentales y Avanzadas. Tienen valor, significado y propósito para la persona que las desempeña.

Las AVD Básicas son aquellas ligadas a la supervivencia y condición humana, a las necesidades básicas de cada individuo. Son universales y están dirigidas a uno mismo, realizándose cotidianamente y de forma automática ya que las aprendemos desde niños. Entre ellas encontramos: Alimentación, Aseo, Baño, Control de esfínteres, Vestido, Movilidad personal, Sueño y descanso.

Dentro de las AVD’s también encontramos las Instrumentales. Son aquellas actividades algo más complejas que nos permiten interactuar con el entorno. Conllevan un mayor sesgo cultural y suponen mayor complejidad psicomotriz. Son un medio para obtener algo, generalmente son opcionales y pueden ser delegadas en otros. Aquí, encontramos el manejo de asuntos financieros, la responsabilidad sobre la medicación, comprar o desplazarse en la comunidad.

Finalmente, las AVDs Avanzadas no son indispensables para el mantenimiento de la independencia de la persona. Se encuentran relacionadas con el estilo de vida y permiten desarrollar roles en la sociedad. En ellas se incluyen la educación, viajar, trabajar o las actividades de deporte y ocio.

Intervención desde la Terapia Ocupacional en Albertia Mirasierra

La intervención fundamental diaria se realiza sobre las AVDs Básicas. Se estimula para realizar las AVDs de la forma más independiente posible. Alentar a la persona a realizar la actividad por sí mismo es lo prioritario.

En el área de la alimentación se trabajan problemas surgidos durante la misma como los comportamientos de oposición a las ingestas o dispraxias. También la adaptación de los utensilios usados en la tarea o el ambiente, entre otros.

Durante las tareas de higiene corporal (ducha y el aseo) y el vestido, se simplifican y secuencian las tareas, facilitando el acceso a las tareas que sí es capaz de hacer, aunque tarde más tiempo del habitual. Para ello, se ofrecen pequeñas instrucciones y apoyo. Igualmente se incide en el uso del inodoro y la movilidad funcional, trabajando la independencia en las transferencias, traslados y el uso de escaleras.

Con estas estrategias, se fomenta la autonomía de las personas mayores del centro el mayor tiempo posible. Este hecho genera una sensación de bienestar y refuerza la identidad personal, la valía y la autoestima, algo tan importante para los seres humanos.

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